Escrito por Douglas Lee

Empecé este libro con la intención de divertirme, echando un vistazo a la extrañísima religión de los testigos de Jehová.



En eso creo que el libro ha conseguido su objetivo, sin embargo, tal como se iba desarrollando, se fue transformando también en la historia de mi vida, entrelazándose con hechos interesantes y frecuentamente súper divertidos sobre esta extraña y fundamentalista fe.



Y sí, tiene sus momentos de tristeza y a veces puede ser bastante conmovedor, aunque en general el libro se ríe de una religión que pretende ser la única e incomparable portavoz de Dios aquí en la Tierra.



Tuesday, May 25, 2010

Ejemplo de capítulo 2

Capítulo 2.
Knock, Knock… Creo que ya sabemos quién llama.
(Dos revistas pegadas a una persona)

Una cálida tarde, hace ya unos dos mil años, en una pequeña colina de Jerusalén, estaba Jesús, llevando un par de sandalias de cuero que, sin saberlo, iban a cambiar la moda de calzado para siempre. La popularidad de las sandalias de nuestro salvador se extendería por todo el mundo hasta que, un par de milenios más tarde y por razones aún desconocidas, los hombres británicos empezarían a llevarlas con calcetines (1), arruinándoles a todos lo que hubo empezado como una buena idea. Como te puedes imaginar, Jesús debe de estar en el cielo echando chispas.

Sin embargo, lo que es más importante aún, desde ese monte en el que él estaba, rodeado por una multitud de curiosos seguidores, algunos aferrándose a cada palabra suya y otros pasando el rato esperando el vino gratis, Jesús le dio un mensaje claro a sus entonces seguidores, que fue: “Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones…”. Mil novecientos años después y en un momento de total auto-adoración, un americano que se llamaba Pastor Russell decidió que esa orden había sido dirigida única y exclusivamente a él y a su, entonces, pequeño grupo de estudiantes de la Biblia (2). Bueno, si Jesús hubiese dicho algo como: “Vayan, pues, y hagan unos esponjosos buñuelos de York con harina y dos huevos de todas las naciones”, entonces mi vida y la de millones más habrían sido muy distintas. Por desgracia y como era de esperar, no estaba destinado a ocurrir.

Así que, armado con la escritura y una mente llena de algunas de las ideas más ridículas que te puedas imaginar, Pastor Russell fue el instigador mundial del trabajo de predicador, declarándolo ser el único camino a la salvación. A través de esta obsesiva promoción de la evangelización puerta por puerta, para los 70, que fue para cuando me obligaron a empezar a predicar, los Testigos de Jehová se habían ganado una terrible reputación y, con total sinceridad, mi propio rendimiento no hizo nada por mejorarlo.

1. Estos calcetines suelen ser con un patrón a rombos y, mientras se llevan puestos, reducen la oportunidad de tener un romance de verano a casi menos de cero.
2. Los estudiantes de la Biblia fueron inventados por Pastor Russell, como también la secta de los Testigos de Jehová. Un poco más tarde, mientras estaba de racha, creó una marca de espaguetis que no fue muy popular en los EEUU. Fue su forma de anunciarse lo que le falló. “Pasta Russell”: Preparada por un genio… ¡Inspirada por Dios!



La primera memoria que tengo de estar “a las puertas” como le llamábamos, fue con mi padre. La niñez nos da cierta anonimidad, así que, mientras estaba con él, podía esconderme como un conejo asustado detrás de su abrigo, mientras él conversaba felizmente con todo el mundo sobre las Señales de los Tiempos (1). Desde el principio, sabía que ir de puerta en puerta no era lo mío, pero tenía poco que decir al respecto. Mejor dicho, no tenía nada que decir al respecto, así que mi padre se había echado encima la responsabilidad de la salvación de toda la familia. Cada semana, sin faltar, armado con los panfletos de la Sociedad y su Biblia sutilmente manipulada (2), salía a divulgar la luz y nosotros, como hijos suyos, le seguíamos por detrás tímidamente, como tenues rayitos de sol.

Cada testigo tenía que salir a predicar cada semana y cada sábado por la mañana y domingo por la tarde estábamos en la calle hubiera lluvia, granizo o sol. Claro que vivir en el Reino Unido significa que el sol era más raro que un rabino con prepucio, pero nos daba igual. A nosotros, los niños, nos encantaban las inclemencias del tiempo y nos daba una buena excusa para ponernos nuestras capuchas, escondiendo nuestra verdadera identidad de cualquiera que nos pudiera reconocer. Como ya mencioné antes, Angus llevaba la suya cuando hacía calor también, por supuesto, asustando a la gente mayor y al ocasional niño pequeño.

Yo odiaba predicar con pasión y justo antes de salir las emociones surgían como las de alguien que se acaba de tirar de un avión, con su paracaídas preparado por otra persona colgado de su espalda con optimismo. Y es que, verás, hay una extraña ironía en el trabajo de predicador. Para empezar, los testigos saben perfectamente bien que el público no les quiere, pero no pasa nada, ellos nos quieren incluso menos. Después, lo de ir llamando a las puertas de extraños para avisarles de su inminente muerte no es la parte más divertida en la vida de un testigo. Para darles mérito, lo fingían bien mientras estaban en la calle, con sus sonrisas súper cristianas y su porte despreocupado como si la suerte les sonriese (3). Aún así, a pesar de las apariencias, no predican por amor al arte, ni por amor hacia ti, aunque eso es lo que te digan. Lo hacen sólo porque es la norma.
Ellos creen que es una orden directa de Dios y que si no avisan a las naciones de su muerte inminente, ellos se les unirán en la destrucción final con Armagedón. Para ser justo, como trabajo, es una pequeña putadilla y la única manera de controlar el estrés es desarrollar un mecanismo de defensa. Durante los veinte años que pasé predicando, conseguí desarrollar una jartá, vamos.

1. Estas Señales indican que el Final ha estado a punto de acabar durante los últimos dos mil años; así que te puedes imaginar el dolor de testículos flipante que tiene que tener.
2. La Traducción del Nuevo Mundo es, según los TJ, la mejor traducción de la Biblia del mundo. Quizá eso sea así porque es su traducción. En la actualidad, unos eruditos nos han mostrado, sin embargo, que para hacer coincidir las escrituras con sus principios fundamentales, las han manipulado de tal manera que, de hecho, si las dejas por ahí tiradas, con las páginas abiertas, puedes oír cómo las comas se pelean por volver a su sitio original.
3. Como la “suerte” estaba relacionada con las apuestas, era considerada como el trabajo del Diablo y, por eso, cada testigo tuvo que eliminar la palabra “suerte” y “fortuna”. Esto dejó un hueco en su vocabulario y tuvieron que encontrar otra expresión que mantuviese el sentido de la palabra “suerte” sin que tuviera una connotación demoniaca. Así nació la palabra “potra” y no era inusual oír a uno diciéndole a otro: -Hermano Smith, vaya una potra que tienes, jodío.-

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